Inteligencia Emocional

Rubén Fonseca Estrada

Allá donde vamos siempre estamos interactuando, y, al hacerlo existe la posibilidad que se produzcan conflictos. Al ocurrir conflictos entra en juego nuestra madurez para saberlos administrar y evitar que se conviertan en problemas o barreras de separación. Las discrepancias son oportunidades de crecimiento.

Hablemos de inteligencia emocional:

Inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestras emociones y las emociones de los demás, y poderlas administrar en un contexto de relaciones interpersonales, para evitar que estas provoquen conflictos y daños en los colectivos de trabajo, de estudio, incluso círculos familiares.

Esto va más allá del intelecto, la formación, la experiencia laboral y las cualificaciones. Esto tiene que ver con otros componentes en la personalidad del individuo que debemos cultivar cada día. Estos componentes o cualidades cultivados de manera adecuada producen habilidades sociales.

Primer componente. La empatía: en pocas palabras, significa ponerse en el zapato del otro. Es entender lo que vive, sufre o experimenta otra persona, otro individuo. Aquel a quien tenemos enfrente. La manera de cultivar la empatía es mostrar interés genuino por lo que le sucede a las personas sin llegar a invadir su privacidad.

Segundo componente. La motivación: esto se produce cuando hay entusiasmo, interés, enfoque y trabajo para conseguir una meta u objetivo. Cuando se cuenta con una orientación hacia un logro que previamente se ha definido como un objetivo el cual debe ser realista, viable y alcanzable de acuerdo a las capacidades y recursos del individuo. Esto evita frustraciones. Tiene que haber certeza de poder lograrlo, sentirse con poderío. Recordar los logros, pequeños o grandes, que hemos alcanzado en la vida, nos impulsará para ir a por más.

Tercer  componente.  El  autoconocimiento:  es  estar  conscientes  de  nuestras debilidades y fortalezas. Identificar obstáculos y oportunidades. Este nivel de conciencia permitirá explotar nuestro potencial y buscar ayuda para superar debilidades o carencias. Nadie tiene el cien por cien de todo.

Cuarto componente. El autocontrol: aquí quiero recordar una frase de Aristóteles que dice: “Es fácil enfadarse, pero es difícil enfadarse ante la persona correcta, en el lugar correcto y en el momento correcto”. El enfado es algo muy propio de la naturaleza humana. Sin embargo, conviene reconocer las posibles consecuencias de actuar bajo el enfado. La respuesta blanda apacigua la ira. Lo dice el libro de los Proverbios. Como vemos, los griegos y los hebreos, hace mucho tiempo, ya hablaban de la importancia del autocontrol.

Es muy importante tomarse algunos segundos antes de responder a lo que consideremos una agresión y, por tanto, nos provoca un enfado. No deberíamos actuar con la cabeza caliente.

Quinto componente. La asertividad: no se trata de hablar políticamente correcto porque esto solo consiste en fórmulas aprendidas que hacen quedar bien. No obstante, estas fórmulas no demuestran interés por el otro, no hace que las demás personas se sientan tomadas en cuenta, comprendidas, respetadas. Asertividad tampoco es hablar a lo bestia e ir por ahí diciendo lo primero que se nos ocurre y luego justificarnos diciendo que somos sinceros y decimos lo que pensamos.

Asertividad es usar las palabras adecuadas para cada momento y circunstancias, pero que estas sean sinceras, respetuosas y que hagan sentir a los demás que nos importa genuinamente su situación. ¿Es fácil? Decirlo, sí. Hacerlo, no. Se logra con el esfuerzo y el tiempo.

Estos cinco componentes constituyen una adecuada inteligencia emocional y producen las siguientes tres habilidades sociales:

  1. Capacidad de liderar. Ser jefe no necesariamente significa ser líder. Alzar la voz y hablar más fuerte no es ser líder. El líder motiva, convence, coordina, saca el máximo provecho de las cualificaciones de cada miembro de su equipo de trabajo, de su familia, de quienes le rodean. Líder es: el que enseña con el ejemplo. El que de la opinión de todos aprovecha los enfoques diferentes para construir una idea a través de la cual todos vayan a por el mismo objetivo. Es un visionario. Alguien que logra leer a los demás. Alguien que logra anticiparse.
  2. Capacidad de comunicación. Aquí no es hacer demostración de un lenguaje sofisticado. Se trata que quienes escuchan entiendan e interioricen el mensaje que se quiere dar. Es un ejercicio en el que se transmiten ideas y todos los que escuchan,  independientemente de su formación, especialidad, experiencia, origen o estrato social, han comprendido lo que el comunicador ha expresado. El buen comunicador también es alguien que sabe escuchar. La comunicación efectiva no es un monólogo. Es hacer feed back (en castellano, retroalimentación)
  3. Capacidad de resolución de conflictos. Conflictos los hay en todas partes. En el hogar, en el colegio, en el centro de trabajo, en nuestros círculos cercanos. Pequeños o grandes, pero los hay. De poca o gran magnitud, pero los hay. Para resolver un conflicto se requiere: primero, saberlo gestionar. Segundo, buscar una solución. Una solución encaminada el bienestar común. Todo empieza con una actitud positiva y optimista para luego emplear la habilidad de la mediación y negociación.

Empecemos por escucharnos a nosotros mismos, grabarnos si es posible hacerlo, porque todos tenemos algún defecto en la comunicación. Muchas veces los prontos que tenemos las personas van erosionando las relaciones. Lo podemos ver en las familias cuando decimos una cosa y luego negamos haberla dicho. Y no es que estemos mintiendo. Lo que pasa es que los prontos nos traicionan y nos dejan en evidencia. Retratados. Si somos autocríticos nos vamos a sorprender de todos los errores que cometemos en nuestras relaciones. Pidiendo perdón y rectificando es el mejor inicio para sanar heridas.

Es más probable que tengamos buenas relaciones con las personas si tenemos buenas habilidades sociales y somos capaces de comunicarnos eficazmente con quienes nos rodean. También podremos crear fuertes lazos emocionales con otros individuos si saben que pueden contar con nuestro apoyo cuando los tiempos se ponen difíciles. Podremos ayudar a otros compartiendo nuestros conocimientos y experiencias. Para ello, necesitamos inteligencia emocional proyectada en habilidades sociales.

Comparte esto:

Un comentario en «Inteligencia Emocional»

  1. Ha sido muy interesante el tema en cuestión. Me lo quedo para mi crecimiento personal; gracias por la información aquí concentrada

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.